Marta Moro

La Sammer Gallery expone varias de sus obras de este reconocido pintor que yo he descubierto gracias a un sello de Correos.

Pues sí, varios de estos sellos reproducen alguna de las obras que esta galería posee de Chico Montilla, del que no he encontrado más referencia bibliográfica en le red que en esta página sobre sellos.

A mi me gusta especialmete este:

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Pero este otro cuadro se me hace cercano por el tema, los colores y la intención:

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Me gusta mucho esta técnica de formas planas casi sin sombreado, con los colores tan vivos de paisajes inundados por la luz del sur.

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Tengo un estupendo compañero de trabajo, que siempre me echa una mano cuando se lo pido, y me acaba de hacer un regalo impresionante.

Se trata de una lámina a plumilla hecha por su padre, Daniel Cifuentes. Es un paisaje con el Pazo de Montecelo como protagonista, situado en el barrio de Teis de Vigo.

Es una maravilla de dibujo con tanto detalle y tan bien ensamblado en el conjunto. Desde aquí un gran saludo para tamaño maestro del dibujo y un gran abrazo para su hijo Alberto.

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Pues sí, me he enterado tarde pero Roberto González expone en la Galería PM8 de Vigo, algunas de sus últimas obras, en concreto de la serie que le dedica a los «mensajes e una botella».

Se hizo eco de la noticia el pasado día 27 de febrero el periódico de La Voz de Galicia, y además le entrevistaron. Explica un poco más las obras que expone dándonos más claves sobre su estilo y la motivación que le lleva a escoger determinados temas.

Mañana estoy corriendo a Vigo a ver si aún está la exposición. Sabeis que es uno de mis favoritos.

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Gracias a la galería Bernarducci Meisel de Nueva York y a su fantástica web podemos disfrutar de este cuadro titulado «Central Park (in Progress)» pintado el año que acaba de terminar, el 2009, por Raphaella Spence.

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No me digais que no parece que estemos tumbados en esa fresca hierba, contemplando los rascacielos de Manhattan, después de una dura semana de trabajo, oyendo el tintineo de las aguas de ese lago interior y de fondo, muy de fondo, un eco sordo del ajetreo nervioso de la Gran Manzana.

La citada galería parece estar especializada en pintura hiperrealista, así que en sucesivas entradas os iré mostrando las obras que más me vayan gustando.

De momento ir haciendo boca con esta otra maravilla de Raphaella y con su web.

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Un ejemplo de un realismo contemporáneo, de colorido luminoso y mediterráneo.

Fidel Molina es otro de mis favoritos de Artelista.

En esta pintura, una de sus últimas obras, capta a la perfección ese ambiente luminoso y cálido del mediodía, tan difícil de ver y representar, incluso para una cámara fotográfica. El exceso de luz tiende a borrar los contornos y a blanquear los colores si no se usan los «filtros» apropiados. Y Fidel ha usado los de su pincel. Hay una atmótsfera impresionante en esta cuadro. El río brilla hasta casi deslumbrar.

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Hay muchos motivos para ir a visitar a las viejas amigas: ponerse al día de como nos va la vida, recordar aventuras y desventuras, conocer mejor el lugar donde vive y a las personas con las que comparte su vida ahora, hacer turismo gastronómico y, en mi caso también, hacer una foto del cuadro que le regalé hace una década.

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Esto es una vista de la afamada Playa de Langosteira con el pueblo de Finisterre después de esa estrecha península, y Nueva York un poco más al fondo en línea recta.

Es uno de los sitios donde se pescan a buceo los «longueiróns», semejantes a las navajas pero mucho más grandes y sabrosos.

Para hablar de precursores del cubismo y otras vanguardias, hay que referirse a Cézanne.

Aunque conoció a los impresionistas y participó de su estilo y de alguna exposición conjunta en el Salón de los Rechazados, utilizó un peculiar estilo propio que le diferenciaba y le aislaba aún más de público y crítica. Pudo resistir económicamente gracias a la herencia familiar, viviendo y pintando en París y en la Provenza.

Mantenía que la reproducción pictórica puede basarse en tres formas geométricas simples, el cilindro el cono y la esfera, y trataba de reproducir la visión binocular de los objetos, resultado de mirarlos primero con un ojo y luego con el otro. Este fue el punto de partida del cubismo, que reelaboraron más tarde pintores como Picasso, Braque o Gris, llegando a la destrucción de la forma.

Se considera que la obra exponente de este estilo previo al cubismo es «Las grandes bañistas» de 1906. Hizo varias versiones del tema de las bañistas, y esta es la última. Las figuras están dispuestas formando un triángulo que enmarcan los troncos de los árboles. Esa disposición crea un gran efecto de profundidad, ayudado por el espacio vacío en el centro entre las mujeres del primer plano, que nos lleva la mirada hacia las figura de la otra orilla del río y el paisaje del fondo. Predominan los colores ocre, verde y azul, y las figuras humanas están realzadas por un grueso borde negro. El cuadro transmite el distanciamento del artista, sin emociones, hacia una visión de una escena mundana con ciertos matices mitológicos, las ninfas del río disfrutan de su baño. Los rostros de las bañistas están difuminados, no se las retrata, lo que da un tono más irreal a la obra.

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Reconozco que me siento especialmete atraída por este paisaje de «La Montaña Sainte-Victoire vista desde Bellevue». Los colores tran fuertes de un atardecer pero equilibrados y esas pinceladas casi cuadradas, formando un todo armonioso a base de formas casi geométricas, es un logro pictórico apabullante.

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El Can-Can me llevó de Manet a Seurat.

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No podía olvidarme de este genio que inventó el Puntillismo, ese estilo pictórico no apto para hipermétropes.

Es una derivación del impresionismo, llevando al límite el principio de descomposición de la luz, y colocando las pinceladas de colores puros unas al lado de las otras, pero en este caso, las pinceladas son puntitos. La colocación resulta casi geométrica, y por tanto las figuras que compone. De ahí al Cubismo sólo hay un paso. Bueno… un gran paso que tuvieron que dar otros pintores, como Picasso.

Pero la obra que da nombre al estilo puntillista, y que resultó ser la más celebre de Seurat, reconocida como un icono de la pintura del XIX es esta: «Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte».

Tardó dos años en realizarla, haciendo multitud de bocetos, y estudiando la mejor manera de colocar los puntitos de color a una distancia concreta para mostrar todos los efectos que deseaba, con la intención de que fuera el ojo del espectador el que mezclara los colores puros en la retina y así dar lugar a sensaciones más intensas, creando algo parecido a una nube de color vibrante (fijaros en el detalle de la copa del árbol del plano medio de la izquierda). Era un científico del color, de cómo éste puede transmitir emociones de la manera más apropiada. Este cuadro es un manifiesto de su teoría pictórica: las lineas verticales y los colores cálidos para expresar alegría, y la líneas horizontales junto con el equilibrio entre colores cálidos y fríos para expresar relajación.

Por otro lado, la aparente quietud de las figuras de este cuadro contrasta con la gran cantidad de motivos y espacios, lo que da lugar a un incesante movimiento armónico.

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Si Seurat no hubiera muerto a la temprana edad de 32 años, hubieramos podido ver muchas más maravillas como ésta.

Uno de los estilos pictóricos coetáneos al Impresionismo fue el Simbolismo.

Dentro de esta corriente puede incluirse a Charles Guilloux, un pintor francés poco conocido por el gran público, del que me ha gustado mucho este «Crepúsculo» que tienen en el Museo de Orsay. Me ha llamado la atención por el uso de las zonas planas de color (tan típicas del Pop Art) con las tonalidades tan acertadas para dar la sensaciónde profundidad y atmósfera. Es justo lo que pretendía con mi cuadro de «Atlántico», pero yo tuve que usar un montón de cambios de tonalidad para lograrlo.

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Este otro cuadro suyo también es fantástico. Y parece que ha usado la pintura muy diluída, casi se ve el lienzo.

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Yo sólo voy a hacer el enlace, vosotros disfrutad!!!

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