Lawrence Alma Tadema 20 julio 2009
Fue un pintor holandés, que vivió en el Londres victoriano, y que tuvo un gran éxito en vida, siendo colmado de honores y lauredo con medallas de las bellas artes y membresÃas de honor de las principales reales academias europeas.
Su estilo neoclásico, no exento de un gran romanticismo por los temas que elige, logra acercar a los personajes y hechos históricos a la realidad del momento en el que vivÃa, a un público culto y refinado, la emergente burguesÃa del s. XIX. Sobre todo son escenas de la Antigüedad Griega, Romana y Egipcia. Pero supongo que también a otro público menos formado por la gran escenificación que poseen sus obras, son casi como escenas de teatro o cine. Cuando vi sus pinturas por primera vez me pareció estar ante alguna escena de rodaje de pelÃculas clásicas como Cleopatra o Ben Hur. Y resulta, que su obra y la investigación sobre arqueologÃa e historia social que llevó a cabo para documentarlas, sirvieron de fuente de inspiración para directores como DW Griffith («Intolerancia») y Cecil B de Mile («Los Diez Mandamientos»).
Supongo que también infliuyó en su éxito el hecho de elegir no precisamente temas épicos de batallas o coronaciones, sino escenas mundanas no exentas a veces de cierto tono picante.
Le llamaban «el pintor marmolilloso» por su maestrÃa para pintar el mármol, material del que estaba hecho su propio estudio de pintor. También pintaba con gran habilidad otras superficies reflectantes, las transparencias del agua y los ropajes, las flores y frutos. Además tuvo que ser un gran dibujante para poder ordenar tan armoniosamente las figuras en los escenarios de sus cuadros.
Tiene otras obras más escenográficas, pero a mi me gusta especialmete esta titulada «En un lugar de privilegio», quizás por el paise marino abierto y por la dificilÃsima perpectiva en picado que ofrece.
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Son tres mujeres romanas que observan desde un sitio alto privilegiado la llegada de las galeras.
La textura del mármol, las telas de los ropajes de las mujeres, las flores y la cálida luz mediterránea reflejada en su delicada piel están magistralmente conseguidos, y contrastan con el color y robustez del animal de bronce de la escultura que domina la esquina del edificio. Sin olvidarse de la romántica expresión de espera ansiosa de las féminas ante la inminente llegada de los valientes hombres que trae el barco. La posición de este objeto en el cuadro, reducidÃsimo en tamaño y levemente pintado, culmina la sensación de perspectiva. Y las miradas de dos de las mujeres hacia él centran la atención de la escena de una manera casi cinematográfica.
Un cuadro realmente muy bonito y sugerente.
Es una maravilla. Lleno de ese romanticismo decimonónico tan idealizado. De vez en cuando hay que darle un caramelo a nuestro espÃritu. En un libro que tengo está mucho mejor porque la fotografÃa resalta más el paisaje montañoso del fondo y le da aún más profundidad.