En la entrada anterior os contaba la última acción promovida por los «Hartistas».
Y hoy os voy a contar por qué me he hecho «hartista».
No encontraba ni mi sitio, ni mi lugar, ni mi tiempo en el mundo del arte contemporáneo actual, sobre todo teniendo en cuenta que soy una simple pintora aficionada, a la que le gusta ver y admirar cuadros de otros pintores. A veces hasta me gusta ver escultura u oir música… Ni siguiera me atevía a decirlo en conversaciones que pudieran tener que ver con el tema, so peligro de quedar como una ignorante. He dedicado largos períodos de mi tiempo libre a visitar exposiciones de las que he salido con la boca abierta, pero no de admiración, sino de estupor: «¿cómo es posible que le hayan pagado al artista una pasta gansa por hacer esto, seguramente pasta que ha salido de los bolsillos de todos nosotros, los contribuyentes?»
Neones retorcidos simulando palabras colgadas por la pared, altavoces escondidos repitiendo la misma palabra en un idioma extranjero, video-instalaciones (mis preferidas) que consisten en una pantalla, metida en un enmoquetado cubículo oscuro que hay tras una cortina, en la que aparece la misma imagen de cualquier cosa repetida hasta que se cierra el museo…
El último impacto museístico fue demoledor: unos mamotretos de cemento con forma geométrica llamados «tetrápodos», que habían sido dejados en varias salas del museo, en concreto el MARCO de Vigo, con la indicación expresa al personal de transporte y desembalaje de que dejaran allí mismo los palés y los materiales usados para cubrirlos tirados de manera espontánea, que eso era lo más artístico…
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y yo unos días antes los había visto sujetando la arena de una playa en Portugal…
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Y en otra sala había esto:
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Me fui a mi casa con dolor de cabeza producido por el hecho de no poder haber gritado en el museo y en todo el camino de vuelta, no fueran a tomarme por una pirada…
Pocos días después, tras una caja de ibuprofeno, pensé, bueno, estas cosas pasan en las ciudades, donde los comisarios de las exposiciones son unos snobs, aquí en el pueblo seguro que no pasa. Y me fui tan campante a la Sala Municipal de Exposiciones de Tuy y me encontré con esto, un «Conceto», que diría Manquiña, ¡¡¡que valía 6000 euros!!!:
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y con esto, ¡¡¡que valía 1500!!!:
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Arjjj!!!! Pero si yo vi la obra de teatro «Arte», en la nos reíamos de los yuppies que compraban por una millonada un cuadro totalmente en blanco con un ligerísimo punto negro en el centro…
Pero mis sufrimientos han terminado, ya no me siento una aislada loca de atar en el océano proceloso del arte contemporáneo, hay otras muchas personas que les pasa lo mismo que a mi, he encontrado mi «asociación de afectados», leyendo su manifiesto se me saltaban las lágrimas de excitación y alegría, ¡¡¡odian tanto las video-instalaciones como yo!!! He superado el test y soy una «Hartista»…