Marta Moro

Esta es la gran exposición del verano: Antonio López en el Thyssen.

Está dividida en dos partes. En la primera se puede ver una antología de sus últimas obras desde su última gran exposición en 1993. En la segunda parte se hace un recorrido por sus etapas anteriores tratando de hacer una nueva interpretación de las mismas.

Sea como sea, este excepcional artista que maneja magistralmente no sólo la pintura, sino también el dibujo y la escultura, merece una parada en Madrid para ver esta exposición o por lo menos hacerse una idea de ella a través de esta web que ha preparado el museo. Ahí se explica los temas que elige (Madrid, la figura humana, el árbol), su evolución como artista y por qué tarda tanto tiempo en hacer algunas obras.

Algunas de las obras expuestas:

El que pueda que lo disfrute en directo.

Se está celebrando estos días una interesantísima exposición sobre pintores holandeses y flamencos de la llamada Edad de Oro (siglos XVII) en el Museo Guggenheim de Bilbao.

Se pueden ver obras de Rubens, Vermeer, Frans Hals, Rembrandt, los Brueghel, y otros muchos más.

Los cambios históricos vividos en esos años condicionaron la evolución en la pintura: la burguesía alcanza un poder socioeconómico como nunca había tenido, y adoptando los gustos de la nobleza, encarga una gran cantidad de obras a los pintores de la época de muy diversa temática. Por primera vez el paisaje y los bodegones adquieren categoría de tema en la pintura.

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Una ocasión estupenda para acercarse a Bilbao y disfrutar de estas obras, que habitualemte están en el Städel Museum de Frankfurt.

¡Quien pudiera estar en Madrid para verlo! Hay tiempo hasta el 30 de mayo.

Dos instituciones ofrecen una exposición conjunta de este gran pintor: el Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid.

El hilo conductor de la exposición es la relación que tiene el estilo de Monet con los pintores abstractos posteriores, pues recogieron su testigo (sobre todo el de sus obras donde las formas están más difuminadas o se pierde el sentido tradicional de orientación) tras un período en el que la pintura de Monet quedó relegada al olvido.

Se muestran cuadros de Monet junto a cuadros de pintores abstractos con el fin pedagógico de mostrar como la obra del primero sirvió de precedente para la de los segundos, en un intento de hacer comprender mucho mejor la obra de todos.

Yo creo que lo logran, porque dividen los paralelismos propuestos en varios ejes temáticos que obliga al espectador a centrarse en encontrar la relación. Se puede ver perfectamente en la página de la exposición anteriormente enlazada.

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Con un poquito más de tiempo, y gracias al archivo fotográfico de mi ayudante, he podido recordar quien era el autor del cuadro de adolescentes que vi en el CGAC, y del que ya había visto obra en el MUSAC de León.

Y no es un autor si no dos: Markus Nuntean y Adi Rosenblum.

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En aquella fantástica esposición se veían varios cuadros grandes con figuras de adolescentes, entre lánguidos y un poquito irreverentes pero no mucho, como tratando de expresar la peculiaridad emocional de esa etapa. Puede ser un reflejo de la «postura social» con que se puede asociar a la generación actual de adolescentes occidentales (aunque toda generalización es errónea) que vive en una rara época entre la opulencia y la constante interrogación sobre su futuro.

Es muy interesante el análisis de su obra que hace la página del MUSAC de cuando su exposición, y en esta otra.

Es el «Centro Galego de Arte Contemporáneo«. Está en Santiago de Compostela al lado del «Museo do Pobo Galego».

Fui el pasado domingo día 24 (es de agradecer que abran los domingos por la tarde) y había dos exposiciones simultáneas: Dandismo y Spectral.

No será porque no lo intente, pero una vez más salí descorazonada. O yo soy muy ignorante o estas cosas son una tomadura de pelo.

En la entrada había una gillotina tamaño natural tumbada sobre su costado, con cuchilla y todo (no podía sacarme de la cabeza a Maria Antonieta sin la suya)

Luego había unas fotos de un chico muy guapo caracterizado de actor de los años 20 en distintas poses y muecas.

Me fijé en un par de maniquís con dos trajes que podrían haber llevado los Beatles cuando tocaban en la Banda del Sargento Pimienta. Era una obra de Yinka Shonibare.

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Por supuesto había videoinstalaciones varias y neones haciendo palabras.

¡Y vi mi primera performance («chispas»)!: era una chica tipo cualquier estudiante de Santiago, escribiendo en un portatil monísimo blanco de la marca de la manzana. En un primer momento pensé que era una trabajadora del museo llevando la cuenta de los visitantes que se llevaban los libros de la tarima que tenía delante. Los libritos se titulaban»Roba este libro» en castellano e inglés. Hecho a muy mala idea, por cierto, porque el museo estaba lleno de carteles en los que pedía que no se tocaran las obras:

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Sólo al final, cuando ya me había sentado en un sillón que no sabía si formaba parte de algún grupo escultórico, pero que me dió igual porque mi alma estaba sufriendo tanto o más que mis pies, logré ver algo que me atrajo, me hizo acercarme al letrerito, minúsculos todos, no aptos para hipermétropes, y ponía: «Reclining nude» T.M. Davy

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Era una «Olimpia travesti», un negrazo escultural con el pelo teñido de rubio y unos taconazos dorados, tumbado sobre un lecho cubierto de sedosos ropajes que hacían brillar más aún su tornasolada piel. Todo ello en un fondo muy oscuro y una sombra a la derecha en el lugar que ocuparía la doncella en la obra de Manet.

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Ambas «Olimpias» comparten postura y actitud. Y ahora que me fijo, los zapatos son exactamente iguales.

La obra de Davy es muy sugerente, de muy buena factura técnica y de gran impacto visual y psicológico.