Georges Pierre Seurat 27 junio 2009
El Can-Can me llevó de Manet a Seurat.
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No podÃa olvidarme de este genio que inventó el Puntillismo, ese estilo pictórico no apto para hipermétropes.
Es una derivación del impresionismo, llevando al lÃmite el principio de descomposición de la luz, y colocando las pinceladas de colores puros unas al lado de las otras, pero en este caso, las pinceladas son puntitos. La colocación resulta casi geométrica, y por tanto las figuras que compone. De ahà al Cubismo sólo hay un paso. Bueno… un gran paso que tuvieron que dar otros pintores, como Picasso.
Pero la obra que da nombre al estilo puntillista, y que resultó ser la más celebre de Seurat, reconocida como un icono de la pintura del XIX es esta: «Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte».
Tardó dos años en realizarla, haciendo multitud de bocetos, y estudiando la mejor manera de colocar los puntitos de color a una distancia concreta para mostrar todos los efectos que deseaba, con la intención de que fuera el ojo del espectador el que mezclara los colores puros en la retina y asà dar lugar a sensaciones más intensas, creando algo parecido a una nube de color vibrante (fijaros en el detalle de la copa del árbol del plano medio de la izquierda). Era un cientÃfico del color, de cómo éste puede transmitir emociones de la manera más apropiada. Este cuadro es un manifiesto de su teorÃa pictórica: las lineas verticales y los colores cálidos para expresar alegrÃa, y la lÃneas horizontales junto con el equilibrio entre colores cálidos y frÃos para expresar relajación.
Por otro lado, la aparente quietud de las figuras de este cuadro contrasta con la gran cantidad de motivos y espacios, lo que da lugar a un incesante movimiento armónico.
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Si Seurat no hubiera muerto a la temprana edad de 32 años, hubieramos podido ver muchas más maravillas como ésta.