EL CGAC 30 enero 2010
Es el «Centro Galego de Arte Contemporáneo«. Está en Santiago de Compostela al lado del «Museo do Pobo Galego».
Fui el pasado domingo dÃa 24 (es de agradecer que abran los domingos por la tarde) y habÃa dos exposiciones simultáneas: Dandismo y Spectral.
No será porque no lo intente, pero una vez más salà descorazonada. O yo soy muy ignorante o estas cosas son una tomadura de pelo.
En la entrada habÃa una gillotina tamaño natural tumbada sobre su costado, con cuchilla y todo (no podÃa sacarme de la cabeza a Maria Antonieta sin la suya)
Luego habÃa unas fotos de un chico muy guapo caracterizado de actor de los años 20 en distintas poses y muecas.
Me fijé en un par de maniquÃs con dos trajes que podrÃan haber llevado los Beatles cuando tocaban en la Banda del Sargento Pimienta. Era una obra de Yinka Shonibare.
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Por supuesto habÃa videoinstalaciones varias y neones haciendo palabras.
¡Y vi mi primera performance («chispas»)!: era una chica tipo cualquier estudiante de Santiago, escribiendo en un portatil monÃsimo blanco de la marca de la manzana. En un primer momento pensé que era una trabajadora del museo llevando la cuenta de los visitantes que se llevaban los libros de la tarima que tenÃa delante. Los libritos se titulaban»Roba este libro» en castellano e inglés. Hecho a muy mala idea, por cierto, porque el museo estaba lleno de carteles en los que pedÃa que no se tocaran las obras:
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Sólo al final, cuando ya me habÃa sentado en un sillón que no sabÃa si formaba parte de algún grupo escultórico, pero que me dió igual porque mi alma estaba sufriendo tanto o más que mis pies, logré ver algo que me atrajo, me hizo acercarme al letrerito, minúsculos todos, no aptos para hipermétropes, y ponÃa: «Reclining nude» T.M. Davy
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Era una «Olimpia travesti», un negrazo escultural con el pelo teñido de rubio y unos taconazos dorados, tumbado sobre un lecho cubierto de sedosos ropajes que hacÃan brillar más aún su tornasolada piel. Todo ello en un fondo muy oscuro y una sombra a la derecha en el lugar que ocuparÃa la doncella en la obra de Manet.
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Ambas «Olimpias» comparten postura y actitud. Y ahora que me fijo, los zapatos son exactamente iguales.
La obra de Davy es muy sugerente, de muy buena factura técnica y de gran impacto visual y psicológico.
Es cierto que a veces las exposiciones no están a la altura del magnÃfico edificio. Saludos galaicos
Creo que el espÃritu Dandy esta verdaderamente plasmado en esta magnifica exposición.El hecho de que el Dandy dominara la sociedad de su tiempo através de su insolencia, es tan acojonantemente delicioso como que Duchamp le diera la vuelta a un urinario y cambiara la concepción del arte.
Lo raro me embriaga,el arte me droga,el CGAC es hoy un metafórico fumadero de opio en el que puedes llegar a la trascendencia a través de las miradas de estos artistas contemporaneos.
Querida Marta Moro,como dirÃa Oscar Wilde:»No tuvo enemigos, no fue un genio».
Me encanta que no os guste, afirma aún más mi inclinación hacia esta muestra.
En cierto modo estoy de acuerdo con MarÃa, sus argumentos de jipi trasnochado y sus risibles aires de superioridad intelectual: sólo harto de porros es posible encontrar algún atisbo artÃstico en las exposiciones del bajo y sótano del CGAC (lo del primer piso ya es otra cosa). En cambio, en estado de lucidez se puede apreciar su verdadera dimensión: UNA M-I-E-R-D-A. En un mundo sin amiguismos ni enchufismos, muchos de estos artistillas peloteros no valdrÃan ni para reponedor de supermercado.
Estoy de acuerdo con Antonio de que es un edificio estupendo, y muy funcional como sala de exposiciones por la disposición de los espacios y la iluminación. Me gustarÃa saber quien lo hizo. Con tu sapiencia en Arquitectura seguro que nos puedes ilustrar.
Para MarÃa von Touceda.
Lo mejor de un paÃs libre es que cada uno puede decir lo que le venga en gana y «trascenderse» como pueda.
En mi caso, ya estoy harta de ver «urinarios de Duchamp» por toda cuanta sala de exposiciones pública hay. Creo que desde 1917 en el que apareció el primero ya deberÃamos haber creado otra cosa.
Y no me llames «querida» porque no te conozco de nada.
Para Nerón: se puede decir más alto pero no más claro.
Estoy de acuerdo también con lo del «primer piso»: creo que era donde estaba el cuadro de la «Olimpia» que me gustó tanto y donde habÃa otro de un pintor del que ya vi una exposición más amplia en el MUSAC de León. Era una obra de grandes dimensiones sobre unos adolescentes que se estaban columpiando en un árbol, mirando de frente al espectador, con una expresión entre retadora y asombrada. No recuerdo el nombre del autor.
Una caracterÃstica del arte moderno- el que el gran público entiende con este nombre-es que es un antiarte.
Busca la fealdad, la ruptura de la estética anterior, lo grotesco, lo repelente.
Por eso la gente normal, lo rechaza, porque el arte bueno busca- y encuentra y transmite- la belleza.
El arte actual no conmueve porque va contra la naturaleza del mismo, que es reflejar lo bonito.No digo lo acaramelado: puede haber belleza dramática.
En esta sociedad de vuelta de todo, hace falta gente que diga que «!El Emperador está desnudo!»
Gracias Susan por tu comentario.
Creo que tienes mucha razón en lo que dices, y por eso se han tenido que inventar un lenguaje incomprensible para hablar de esas supuestas obras de arte que pueblan muchos museos públicos de arte contemporáneo. No sólo es elitista si no que también es incomprensible para que siga siendo elitista.
Es curioso que menciones el cuento de «El traje del Emperador«. Es uno de los referentes que usan los «hartistas«, una asociación que critica todo ese «humo».